Mi nombre es Carmen, y desde hace un año estoy haciendo algo que jamás pensaría que, “a mi edad”, me iba a enganchar tanto: bailo danza Bollywood. Y digo que no pensaba que terminaría haciendo este tipo de actividad porque yo nunca he estado apuntada ni a flamenco, ni a ballet, ni a ningún tipo de actividades de las que las mamás apuntan a sus niñas y niños cuando son pequeñitos.
Todo empezó un día en casa de una amiga, bailando pasodobles. –A mí me encantaría aprender a bailar Bollywood-, dijo Pili. Yo no tenía ni idea de lo que era eso, así que empecé a buscar en Internet, y me gustó tanto, que poco tiempo después empecé a buscar academias, centros de danza, alguien que enseñase ese tipo de baile, hasta que mi amiga Tere me habló de su profe de oriental, Cristina. Y en Enero del año pasado comenzamos. Engaché a Caro, Monica y Ana, y así empezamos.
Cada vez me gustaba más, me divertía muchísimo en las clases, y cada vez se iba apuntando más gente. Un día Cristina aparece diciendo que íbamos a actuar en un Auditorio, en el de Vicar, para final de curso. Ensayos y más ensayos, y el día llegó. Y, como dije en una ocasión, fue uno de los días más especiales de mi vida, junto con el día de mi boda. Fueron tantas sensaciones mezcladas, que me es imposible describirlas!! Las horas previas al espectáculo fueron un horror para mí, y para algunas de mis compañeras (lo siento Moni!!), porque no paré de dar por saco. Cuando hicimos el ensayo en el escenario, sentía que se me venía encima todo el teatro. ¡Me sentía tan pequeñita allí en medio! – A cajas!!, tenéis que salir de las cajas!- Decía Cristina. –¿Qué son las cajas? Me quiero ir!!- No entendía qué necesidad tenía yo de estar pasando por aquello. De verdad que me planteé el abandonar, no podía con mis nervios, lo pasé realmente mal. Y para colmo, a punto de perder los ojos con el pegamento de las dichosas pestañas. ¡Que agobio!.
Recuerdo que, mientras le echaba una mano a Cristina con el vestuario, le pregunté si ella sentía ese “pánico” antes de salir a un escenario. Y me contestó que esa sensación de nervios no desaparece por muchas veces que hayas actuado. ¡ Pues si yo me dedicase a ésto ya me habría salido una úlcera en el estómago!.
Llegó nuestro momento. Salimos al escenario…y fue increíble!!! Dios, que subidón de adrenalina!!!. No sabría cómo describir ese momento, tan sólo sé que se pasó muy rápido, y que cuando terminamos, queríamos volver a salir de nuevo. Para mí ese día se quedó marcado en mi vida de una forma muy especial, y eso gracias a mis compañeras, que son estupendas, y a mi profesora, de la que aprendo muchísimo, y de la que admiro su esfuerzo y su tesón, y su profesionalidad, a sus veintipocos años. Además, ese día me demostré a mí misma que no hay edad para empezar a hacer las cosas, sobre todo cuando lo que haces te llena tanto.
Y este curso, ahí estamos otra vez, bailando todos los lunes. Para mí, supongo que como para la mayoría de los mortales, los lunes eran el peor día. Sin embargo, ahora estoy deseando que comience la semana!